sábado, 1 de mayo de 2010

¡Tú también me gustas!


De acuerdo a las reglas de mi madre, yo no debería decirte... pero lo haré.

Sí. Tú también me gustas. Mucho. Es una necesidad ver tus ojos... viéndome atentos, grandes, redondos, incerrables, como de ¡lémur asombrado!

Te juro que si estás actuando sólo para tener sexo conmigo ¡Maestro! Creo cada una de tus palabras. Tu lenguaje corporal lo avala.

Necesito verte.

Eres el epítome de todo lo que no me gusta en alguien... sin embargo ¡me vuelves loca! Soy tu princesa oscura. Secreta.

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¿Por qué te vas? No, quédate. Quiero estar contigo. ¡Lo sabía! No debí decirte cuán correspondido eras. Ahora has perdido todo interés.

La chica que había despertado en ti ese deseo dormido durante años ahora es materia corriente.

Me duele, pues ni siquiera te besé.

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Fue lindo mientras duró la ilusión.

Mi lección es: seguir las reglas, aunque insulsas, de mi madre. Por algo son.

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La pregunta es: si no querías tener sexo, ni una relación sentimental conmigo... ¿entonces por qué bajarme la luna y las estrellas? ¿Qué querías?